¿Podemos combatir el triángulo del fraude?
Por Stephen Shepherd, Mercadotecnia —
Esta semana en una clase de mercadotecnia repasamos el triángulo del fraude, un modelo que ilustra los factores claves requeridos para que ocurra el fraude: presión, oportunidad y racionalización.
Veamos un ejemplo de fraude
Digamos que un empleado de confianza se siente tentado a malversar cierta suma de fondos de la empresa porque no le ajusta el dinero en casa. «De todos modos, la empresa me debe dinero», racionaliza. «Nadie lo notará.» Luego, se abre la ventana de oportunidad y él se lanza de cabeza, iniciando un incidente que pudo haberse evitado con sólo mantener cerrada la ventana con el candado de la integridad.
Muchos profesionales están familiarizados con este modelo y están de acuerdo con que la eliminación de oportunidades debería ser la estrategia principal de las empresas para reducir el fraude corporativo. La mayoría también está de acuerdo con que es casi imposible, puesto que las oportunidades para ser deshonestos casi siempre están presentes.
Un caso de la vida real
El científico Dong-Pyou Han recientemente renunció de la Universidad del Estado de Iowa después de admitir su participación en un caso de fraude multimillonario. Como técnico que realizaba pruebas de vacunas contra el sida en conejos, se le acusa de alterar la sangre de los animales con anticuerpos humanos con el propósito de producir resultados favorables. Además de manipular intencionalmente el experimento, se le acusa de falsificar informes que ayudaron a su equipo a obtener becas federales para la investigación en cantidades de millones de dólares.
Sus acciones pasaron desapercibidas hasta que un compañero científico comenzó a cuestionar el éxito del equipo y reportó sus sospechas al líder del mismo. Pero ya era demasiado tarde; Han ya había despilfarrado los fondos federales (nuestros impuestos) y mancillado la reputación de la Universidad.
Abrir la ventana
No es muy frecuente oír de fraudes científicos (por lo menos si se compara con la política). Este ejemplo demuestra que el fraude ocurre aún en las circunstancias más improbables. Uno no necesita abrir tanto la ventana de la oportunidad para que las ganancias y la reputación de una organización desaparezcan sutil y rápidamente.
Podemos minimizar las oportunidades. Podemos reducir la presión negativa sobre los empleados. Sin embargo, no somos nosotros quienes pueden eliminar la racionalización del triángulo del fraude. Ese es el único factor que radica en el centro del problema y en la mente de cada empleado individual. ¿Cómo podemos influenciarlos para qué su racionalización los dirija a la conducta ética?
Quizás su empresa tenga un «triángulo de integridad» para contrarrestar los efectos del triángulo del fraude. ¿Cuáles son los factores claves requeridos para que ocurra la honestidad?