El costo de la corrupción global y una solución
Por Russ Warner, VP de Mercadotecnia —
En lo referente a la corrupción a nivel mundial, miles de millones de personas son afectadas. De hecho, países enteros son afectados, lo cual se manifiesta en la caída de las naciones y el sufrimiento de sus ciudadanos. Y quienes viven en países en desarrollo la pasan peor que quienes viven en naciones adineradas.
El costo global de la corrupción: Financiero y humano
¿Cuánto cuesta? De acuerdo con el juez de distrito estadounidense Mark Wolf, la corrupción cuesta el 5% del producto interno bruto global (PIB). En países como Rusia, la cifra es aún mayor; la corrupción consume el 44% del PIB.
Los criminales internacionales tienen éxito gracias a la corrupción gubernamental en países de todo el mundo, incluyendo a México y el Medio Oriente. Pero la corrupción también tiene un costo para la humanidad. La corrupción a gran escala, donde los líderes públicos abusan de su autoridad para lucrarse «destruye la democracia y arrasa con los derechos humanos para cuya protección se han constituido los gobiernos».
Los ciudadanos de países como Somalia, Irak y Afganistán se ven destrozados una y otra vez, quedando sus derechos revocados y sus propias vidas en peligro.
¿Qué se puede hacer?
Es obvio que los países individuales sufren con este problema que está más allá de su capacidad para resolverlo. No podemos esperar que países con altos niveles de corrupción resuelvan las cosas en el corto plazo. Los Estados Unidos no son inmunes, ni mucho menos.
Wolf sugiere que los países se unan para formar una corte internacional anticorrupción (CIAC). Haciendo esto a nivel global, lograremos no sólo la disposición sino también la capacidad de contribuir a reducir la corrupción.
CIAC
Wolf sugiere maneras en que una CIAC ayudaría a combatir la corrupción. Primeramente, una CIAC podría ser el foro en que se hicieran cumplir globalmente las leyes anticorrupción, sujetando al procesamiento a aquellos funcionarios públicos de países que no pueden o no quieren procesar la corrupción en sus propias naciones.
Este concepto por sí solo, añade Wolf, sería un incentivo para que esos países trabajaran con mayor empeño a fin de parar la corrupción internamente. Este método ha dado buenos resultados en Estados Unidos. En casos de funcionarios públicos estatales o locales acusados de corrupción confiamos en los tribunales federales para su juicio.
Además, una CIAC global debería incluir jueces internacionales con mucho menor riesgo y parcialidad. También se procesaría más eficazmente a aquellos funcionarios cuyos crímenes son contra la humanidad.
Quienes destruyen las vidas de sus ciudadanos con su conducta corrupta deberían responder por sus crímenes, y el escrutinio internacional sería un gran recurso para reducir dicha corrupción.
Aunque sería difícil establecer una ley internacional anticorrupción, el unirnos como una comunidad global para combatir esta tendencia tan alarmante de corrupción en todo el mundo nos ayudaría a evitar pérdidas financieras considerables y la negación de los derechos humanos.